El Palacio de las Posibilidades 29 — Lecciones del juicio de O. J. Simpson
Hola a todas y todos,
Me fascinó el juicio de O. J. Simpson.
Pero esta fascinación no tiene nada que ver con la culpabilidad o inocencia de Simpson, o con la ética de ninguna de las personalidades implicadas, sino que me interesó en el uso de la REPETICIÓN y la EMOCIÓN del equipo de defensa para grabar sus intenciones en la mente de los miembros del jurado. Esto fue particularmente cierto para el argumento final de Johnnie Cochran. Estuviera o no de acuerdo con los motivos involucrados, se pueden aprovechar algunas lecciones muy útiles del juicio de O. J. Simpson.
Pero primero, algunos antecedentes. Quizás usted recuerde que hacia la mitad del juicio, se le preguntó al señor Simpson que se probara el guante sangriento abandonado en la escena del crimen. A los ojos de la mayoría de los observadores, incluyendo al jurado, el guante no le quedaba. El fiscal explicaba esto de varias maneras, incluyendo como razón que la humedad de la sangre provocó que el guante se encogiera. Todas esas explicaciones eran convincentes pero el hecho que prevalecía, a juicio de la mayor parte de los observadores, era que la prenda no le ajustaba.
Había muchas otras inconsistencias en la evidencia y, como usted puede esperar, el equipo de defensa pronto sacó a relucirlo. Asimismo, REPETIDAMENTE ellos usaron el término "prisa en el juicio" cuando se referían al caso de acusación. Apuesto que usaron el término más de 100 veces durante el curso del juicio. Se volvió un eslogan repetitivo que cumplió con convencer a todo el que lo escuchaba. Prisa en el juicio. Prisa en el juicio.
Entonces, cuando llegó el tiempo para el argumento de cierre, el abogado de defensa Johnnie Cochran recordó al jurado que su trabajo era el de absolver al señor Simpson si tenían una "duda razonable" en cuanto a su culpabilidad. Sin embargo, el señor Cochran escogió reestructurar "duda razonable" de una forma única para que le permitiera usar en forma efectiva los principios de REPETICIÓN y EMOCIÓN y fijarlo en la mente del jurado. Básicamente él redujo la noción completa de "duda razonable" a un mantra simple, casi poético. "Cuando evalúen la evidencia", dijo:
"Ha de convencer, o deben absolver".
Esta frase aparentemente simple fue REPETIDA durante todo el argumento de cierre del señor Cochran. Cada vez que analizaba alguna evidencia por la que había alguna controversia, él decía:
"Ha de convencer, o deben absolver".
Decía este mantra con cadencia y ritmo para agregar un componente EMOCIONAL. Cuando el señor Cochran discutió las líneas de tiempo conflictivas que se referían a los asesinos, decía:
"Ha de convencer, o deben absolver".
Cuando el cotejó la evidencia del detective Mark Fuhrman con su tendencia racial evidente, dijo:
"Ha de convencer, o deben absolver".
Y, por supuesto, cuando llegó a la parte referente al guante que no ajustaba, él dijo:
"Ha de convencer, o deben absolver".
Perdí la cuenta de las veces en que el señor Cochran repitió esa frase pero cada vez que lo hacía, la decía con un cierto ritmo hipnótico y una tonada emocional. Estaba escribiendo esa frase en la mente del jurado con REPETICIÓN y EMOCIÓN. Y así lo estaba haciendo también con todo mundo, incluyéndome a mí. REPETICIÓN y EMOCIÓN. Iba al punto en una forma simple y sin complicaciones. "Ha de convencer, o deben absolver".
Esto continuó durante unas dos o tres horas y, después de que el señor Cochran concluyó, cedió el paso a su colega Barry Scheck. El señor Scheck era el abogado perito en DNA. Él llevó a colación algunas de las partes controvertidas de la evidencia de DNA al jurado pero nunca dijo: "Ha de convencer, o deben absolver". Ésa era la frase del señor Cochran y se hubiera oído mal en los labios del señor Scheck.
En vez de eso, el señor Scheck hizo algo extremadamente potente que añadió los signos de puntuación al mantra del señor Cochran y escribió con LETRAS MAYÚSCULAS el hecho en la mente del jurado. Después de repasar la evidencia técnica controvertida se inclinó sobre el podio, clavó su vista en las personas componentes del jurado y lenta y deliberadamente dijo:
"Como pueden ver… simplemente no convence."
Cuando lo dijo, yo escuché inmediatamente el eco en mi mente de lo que ya había escrito ahí el señor Cochran:
"Ha de convencer, o deben absolver".
Fue increíble. Esto tenía que estar implantado dentro de la mente de esos miembros del jurado. El equipo de defensa lo escribió magistralmente en la mente de ellos mediante el uso de la más simple de las técnicas. Nosotros también podemos usar esas técnicas. Las podemos emplear de manera ética en nosotros mismos o en beneficio de los demás. Por ejemplo, las empleamos para el perdón:
"Para vivir y respirar, lo mejor es perdonar."
O la podemos usar para lograr la paz:
"Mi paz personal es mi liberación emocional."
O la podemos emplear para motivar a los clientes para que se hagan tapping:
"Sal del atolladero, el tapping es tu sendero"
Y las posibilidades son infinitas. Las canciones y eslóganes publicitarios, las rimas, mantras y similares son herramientas muy poderosas para fijarlas en la mente. Si pensamos que son tontas, no hemos comprendido la idea. Todo esto nos lo hacen a nosotros diariamente, y en forma muy efectiva. ¿Por qué no tomamos las riendas y hacemos lo mismo por nosotros? Es sólo una elección, usted sabrá.
Algunas veces olvidamos lo esencial.
Abrazos, Gary
Traducido por Ricardo Viesca Escribir a Ricardo
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