…Y él lloró sobre mi hombro
Por Deborah Mitnick, LCSW
El siguiente es el informe de una sesión reciente que sostuve con un cliente nuevo. Todos los detalles han sido alterados para preservar la confidencialidad. El trauma era aún más dramático de lo que se muestra aquí.
El cliente es un hombre de 55 años de edad, quien me fue referido por dos psiquiatras. Hace 45 años, “Henry” fue testigo de la muerte de un niño amigo suyo. Su amigo fue destripado frente a sus ojos durante un paseo escolar a un parque. Henry siempre se ha sentido responsable por el accidente debido a que animó a su amigo a asistir al evento donde el accidente tuvo lugar.
Desde entonces, Henry no ha podido llorar. Se ha sentido culpable durante toda su vida. Nunca ha mantenido un trabajo significativo. Padece de múltiples alergias hacia la comida y el medio ambiente. Padece de infecciones de hongos, dolores físicos debilitantes, y muchos problemas con su sistema inmunológico. Padece de problemas intestinales y jaquecas diarias. Se queja de baja energía e insatisfacción con la vida.
Sus emociones más fuertes son la vergüenza, la culpa y el enojo. Las evalúa en conjunto en un nivel de 9 en la Escala de Unidades Subjetivas de Malestar (SUDS por sus siglas en inglés), donde 10 sería el peor nivel en el que podría estar. Dice que 10 significaría que ya no sería capaz de manejarlo.
Él evita tener relaciones significativas y se ha distanciado de la mayoría de su familia y amigos. Ha abandonado la mayor parte de sus trabajos “avergonzado”.
Henry ha estado en múltiples terapias en el transcurso de los años, habiendo empezado inmediatamente después del accidente. Ha estado hospitalizado al menos 6 veces, ha sido tratado al menos 13 veces mediante tratamientos bilaterales con electroshock, y se le han administrado múltiples medicamentos para la depresión, la ansiedad y la manía.
Cuando Henry me llamó, me dijo que le atemorizaba recordar el evento y que le daba miedo sentirse sobrepasado durante la sesión y “enloquecer” de nuevo. Había sabido de mí cuatro meses anteriores a la fecha en que programó la cita. Se siente “temeroso de enfrentar lo que debe enfrentar”.
Me reuní con el cliente para una “consulta sin cargo” durante una hora. Le dije que mi trabajo durante la sesión era mantenerlo enfocado. Le describí mi papel como el de una secretaria de un ejecutivo muy ocupado. Lo mantendría organizado. Le dije que tenía algunas herramientas que podría usar que le darían la oportunidad de llevar a cabo su propia sanación. Le dejé muy en claro que aún cuando yo no podía “curarlo”, le daría la estructura y los medios que harían posible para él encontrar su propio resultado positivo. También le recordé que en mi trabajo, no hay garantías de éxito y que no hago promesas de resultados positivos, aún cuando mi margen de éxitos es muy alto.
Después de esta primera hora, acordamos en trabajar juntos. Le mostré los puntos de tapping de EFT y le pregunté si él quería hacer su propio tapping, o si quería que yo hiciera el tapping por él. Consintió a que yo hiciera el tapping por él.
Entonces yo realicé una entrevista psiquiátrica formal y completa. Esto me ayudó a valorar si el cliente tenía un ego suficientemente fuerte como para trabajar con el trauma mediante los métodos con los que yo cuento.
Cuando el cliente mencionó sus alergias, su baja auto-estima y sus dificultades para mantener empleos significativos, le dije que algunos de los métodos que usaríamos le serían de utilidad para sobreponerse a algunos de tales problemas.
Henry dijo: “Este accidente es algo sobre lo que nunca se me ha permitido hablar. Mi padre no me permitía hablar de ello en casa, así que tuve que lidiar con eso en mi habitación, a solas. Los sonidos y los olores me persiguen. No he tenido a nadie a quien contarle. Mi vida ha sido un infierno desde que sucedió. Creo que debería morder la bala y contarte al respecto, pero realmente es demasiado doloroso para mí. Temo que si empiezo a contarte de eso enloqueceré y me sentiré demasiado agobiado como para continuar. Temo que saldré corriendo de tu oficina, gritando y llorando, y que nunca podré salir delante de este problema”.
Decidí que necesitábamos hacer “tapping alrededor” del trauma por un rato. Le pedí que me dijera los síntomas físicos que tiene, que asocia con el trauma. Siempre le duele la garganta y la siente apretada. Tiene ganas de llorar, pero nunca lo hace. Hicimos tapping para “esta emoción de la garganta” con una reducción en la SUDS de 8 a 5. En ese punto, dijo que le cuesta trabajo expresar emociones acerca de ello, pero que ya no le dolía la garganta ni la sentía apretada, aún cuando temía soltar la sensación de constricción. Así que hicimos tapping con “temeroso de resolver esta emoción de constricción”.
Empezaron a surgir aspectos nuevos. Dijo: “No estoy seguro de lo que vi. Me siento responsable por lo que pasó. Le insistí a mi amigo para que fuera al paseo conmigo”.
(Por favor noten: Todavía no tengo idea de cuáles son los detalles de este incidente. Ustedes saben tanto como yo a partir de esta descripción.)
Decidí empezar por darle posibilidades de “re-encuadre”. Le pregunté si él tendría libre albedrío si alguien lo animara a ir de paseo. ¿Estaría “obligado a” ir, sólo porque alguien lo animó entusiasmadamente, o le insistió? Quedó pensativo, y dijo, aún así sería su propia elección. Le pedí que recordara cómo era tener 10 años. ¿Habría sido capaz de decir que “no” si alguien lo animara a hacer algo que él no quisiera hacer? Estuvo de acuerdo en que habría sido capaz de decirle “no” a un amigo, aún a la edad de 10 años.
Hicimos tapping con “su responsabilidad” y “su culpa”. Su garganta empezó a sentirse mejor. Hicimos tapping con “este asunto de darme de palos”. Informó sentirse mucho más relajado y “ligero”. Dijo: “Mi garganta se siente mucho mejor. Ya no temo no poder tragar”.
Continuando con los re-encuadres, le pregunté: “¿Qué edad tenías cuando sucedió el incidente?” Dijo que sólo tenía 10 años. Le dije: “¿Cuánto poder tiene un niño de 10 años sobre otra persona?”. Él sonrió.
Regresamos a hacer tapping con “esta responsabilidad” y “esta culpa”. Pero esta vez, mis afirmaciones sugeridas tenían que ver con: “… yo era sólo un niño… haciendo lo mejor que podía en ese entonces… no soy responsable por las decisiones de otros”, etcétera. Cada vez que hago tal afirmación, le pregunto a la persona: “¿Esto suena verdadero para ti? No quiero poner palabras en tu boca que no vayan contigo”. Henry dijo que todo lo que yo sugería era verdadero para él.
Él empezó a sonreír (por primera vez en la sesión). Dijo: “Esto se siente mucho mejor. Es reafirmante pensar en ello de esta forma. Se siente menos intensidad en mi garganta. (Se rió). Ahora se ha movido a la parte superior de mi boca. ¡Puedo sentirla moviéndose hacia arriba y hacia fuera!” Valoró la constricción en su garganta como en “1” en ese momento.
Henry agarró mi mano. Dijo: “Nunca olvidaré este momento”. Puso su cabeza sobre mi hombro y lloró alrededor de cinco minutos. (Recuerden, él no ha llorado durante 45 años). Yo sólo lo abracé.
Él no lo sabe, pero yo lloré también. Me sentí humilde ante el poder del método. Me sentí emocionada por él, al haber confiado en sí mismo, y haber confiado lo suficiente en mí, para permitir que la sanación tuviera lugar. Pensé en lo simple que puede llegar a ser la sanación, así como lo rápido que puede ocurrir, pero al mismo tiempo, puede ser una experiencia profunda. También me percaté de que no era necesario que él “entrara de lleno” y sintiera el dolor completo del incidente. Tampoco era necesario que yo “entendiera” exactamente cuál era su trauma.
Abrió sus ojos, suspiró profundamente, me sonrió, y cerró sus ojos. Permaneció inmóvil por más de cinco minutos. Finalmente dijo: “Me perdono a mí mismo. Le agradezco a Dios por traerme contigo. Agradezco a Dios revelarme este método. Me doy cuenta ahora de que Dios me perdonó hace mucho tiempo, pero yo nunca me perdoné. Ahora puedo perdonarme”.
Henry empezó a sobar el centro de su pecho. Dijo: “Estoy sobando los buenos sentimientos dentro de mí. Quiero atesorar este momento. Gracias por darme la oportunidad de encontrar mi voz y decir lo que necesitaba ser dicho. El equilibrio que lograste mediante el tapping hizo posible esto”.
Esto pareció como el “punto-de-cierre” perfecto para la sesión, y paramos.
Todavía no tengo idea de lo que pasó durante el trauma. Ustedes saben todo lo que yo sé. Henry nunca revisó el incidente. Sólo “hablamos alrededor” del mismo. Y se resolvió.
Hablé con Henry dos días después de esta sesión. Esto fue lo que dijo: “Me sentí tan bien el jueves. Estoy tan feliz de haber tenido esa sesión contigo. He dejado el accidente atrás. No siento más culpa al respecto. Me siento totalmente aliviado acerca de dicho accidente. Ahora quedó atrás. No pienso más en eso. Realmente te agradezco por ello”.
Esta sesión duró 70 minutos.
Deborah Mitnick, LCSW
Traducido por Ana Paula Aguirre Hall - Escribir a Ana Paula
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